La “chica del cacao” de Colombia
El viaje de una mujer que aporta sostenibilidad y nuevas oportunidades de negocio a las agricultoras y madres solteras colombianas

Carolina prueba la dulce pulpa blanca de una vaina de cacao cosechada en La Especial.
Carolina prueba la dulce pulpa blanca de una vaina de cacao cosechada en La Especial.
Carolina Trujillo toma un machete y corta una vaina de cacao amarillo oscuro que cuelga de una rama baja. El fruto ovalado cae en la palma de su mano, extendiéndose unos centímetros más allá de sus dedos. Lentamente corta la vaina por la mitad y parte el fruto por la mitad, revelando una pulpa blanca y dulce. Los frutos de su trabajo se encuentran dentro: más de 30 hermosos granos de cacao marrón.
La finca de los Trujillo, llamada "La Especial", se encuentra en un largo camino de tierra desde el centro de la ciudad de Dos Quebradas, en la región central del Meta colombiano. Los padres de Carolina, Julio César Trujillo y María Gil, agricultores de cacao desde hace mucho tiempo, iniciaron su finca cuando ella era joven.
Recuerdo claramente que cavamos los pequeños agujeros con nuestras propias manos. Algunos excavamos, algunos plantamos, algunos fertilizamos y poco a poco la cosecha comenzó a crecer,” recuerda Carolina.

La familia Trujillo ha utilizado generaciones de conocimientos agrícolas tradicionales colombianos para desarrollar su finca de cacao. Carolina vio cómo la conexión de su familia con la tierra se fortalecía a medida que pasaban los años y crecían las cosechas de los árboles de cacao.
"Nunca vimos el cacao como un producto para vender y comercializar", reflexionó Carolina, "sino como algo que unía a nuestra familia".
Mientras más tiempo pasaba Carolina cultivando con su familia, más se interesaba por entender cómo cuidar del cacao en el futuro. Se graduó en la Universidad Santo Tomás Villavicencio en Negocios Internacionales y con una visión: concienciar a nivel mundial sobre la planta del cacao y las personas que la cultivan. Apodada "la chica del cacao" por los profesores y su decano por su incesante investigación sobre el cacao, Carolina regresó a casa entusiasmada por aplicar su conocimiento a la finca de su familia.

El padre de Carolina, Julio César Trujillo, posee y explota la finca familiar La Especial en Granada, Meta, donde él y su familia cultivan y procesan el cacao.
El padre de Carolina, Julio César Trujillo, posee y explota la finca familiar La Especial en Granada, Meta, donde él y su familia cultivan y procesan el cacao.
Pero no fue hasta que Carolina se convirtió en madre que su visión se solidificó.
Como madre primeriza y mujer agricultora, Carolina empezó a notar una división generacional y de género dentro de las comunidades agrícolas locales. Las mujeres colombianas casadas de pueblos agrícolas como Dos Quebradas solían ser conocidas ante todo como esposas de agricultores. Las madres solteras se enfrentaban a retos aún más considerables, pues a menudo carecían de los recursos y el apoyo financiero necesarios para emprender iniciativas empresariales.
Y cuando empezó a capacitar a los agricultores de cacao, muchos de ellos de generaciones más antiguas, en técnicas de cultivo de cacao más sostenibles, se dio cuenta de que seguía escuchando la misma respuesta: "Yo cultivo como me enseñaron mis abuelos". Su respuesta empezaba a volverse un poco repetitiva: "Bueno, las cosas están cambiando. Podemos hacerlo mejor".
Envalentonada por la oportunidad de abordar los problemas que veía, Carolina decidió centrar sus esfuerzos y su energía en las mujeres y en las generaciones más jóvenes de agricultores. Con la bendición de su familia, abrió un negocio de cacao que ofrecía nuevas oportunidades a las mujeres de Granada, el municipio que abarca Dos Quebradas y los pueblos de los alrededores.

"Quiero algo que muestre el calor, el amor del hogar y todo lo que podemos poner en ello", le dijo Carolina a su padre un día. "No algo que sea simplemente comer una tableta de chocolate, sino que el chocolate tenga una historia y alguien a quien ayudar".
Combinando su experiencia empresarial y sus conocimientos agrícolas, Carolina creó Cacao Especial, su propio negocio de venta de agua de cacao con infusión diurética producida de forma natural a partir del cacao cultivado en La Especial.
Reclutó a mujeres de pueblos cercanos para crear su equipo inicial y recurrió a sus hermanas, Angela y Leidy, en busca de apoyo adicional. Juntas, las tres hermanas crearon canales en las redes sociales para promocionar Cacao Especial y difundir conocimientos a otros agricultores interesados en adoptar técnicas sostenibles. Y gracias a la recomendación de Angela, Carolina se puso en contacto con Rare en Colombia.
Carolina prepara granos de cacao para café, té y agua infusionada con cacao.
Carolina prepara granos de cacao para café, té y agua infusionada con cacao.

Carolina y su madre María cosechan cacao maduro en su granja.
Carolina y su madre María cosechan cacao maduro en su granja.
El programa Tierras para la Vida de Rare ayuda a los agricultores y a las comunidades rurales a adoptar prácticas agrícolas más sostenibles y acordes con el clima. Con el apoyo de Rare, Carolina y su equipo aprendieron a hacer compost y a crear soluciones naturales a los problemas de los agroquímicos. Las mujeres de Cacao Especial no solo están aprendiendo técnicas agrícolas y empresariales, sino también nuevos métodos sostenibles que pueden enseñar a sus familias para seguir cerrando las brechas generacionales y de género.
Hoy en día, el equipo de Cacao Especial es étnica y culturalmente diverso, y representa a mujeres del Meta de todos los ámbitos de la vida. Muchas de ellas son madres solteras que han hallado un nuevo sentido de confianza y resistencia financiera gracias al liderazgo de Carolina.
Este es el momento del empoderamiento de las mujeres", dijo Carolina, radiante. "Es momento de que las mujeres tomen el volante y digan 'yo también sé manejar una pala. Yo también sé manejar un machete. Yo también sé cosechar".

Carolina aspira a crear conciencia sobre las agricultoras como las de su equipo. Su sueño es mostrar al mundo que las mujeres colombianas son algo más que solo esposas o hijas de agricultores: son guardianas de su tierra natal, conservadoras de los conocimientos tradicionales y empresarias que rompen fronteras para crear un mañana mejor para las mujeres del sector.
"Las mujeres somos, en todo nuestro esplendor, muy diferentes unas de otras", comparte Carolina. "¿Qué puede haber mejor que el hecho de que cada una de nosotras ponga su sello en todo lo que hacemos?".

Foto y video: Lorena Velasco para Rare